Esta semana ha salido la lista de imputados en el caso Marea. Librándose de la imputación la ex-consejera Migoya. He leído en prensa sus declaraciones aplaudiendo la decisión del juez y lamentando el irreparable daño que se ha hecho a su imagen.
Lo que ha hecho no es constitutivo de delito, pero en cualquier país con cultura democrática, que los funcionarios que has puesto a dedo hayan robado a manos llenas es motivo de dimisión. Así que la señora Migoya debería saber que si bien su actuación no tiene responsabilidad penal, si que tiene responsabilidad política.
En España nuestros políticos actúan como caciques franquistas, creyéndose por encima de todo, desde el histórico Felipe González que se enteraba de todo por la prensa, hasta los actuales que tenían en el partido montada una mafia de comisiones ilegales y fraude fiscal, y ahora resulta que son asuntos particulares del señor Bárcenas en los que ellos no entran.
En Europa, esa que ponen como ejemplo cuando les conviene, si un colaborador cercano la arma se dimite. Pongamos ejemplos.
- Willy Brandt dimitió cuando se descubrió que un colaborador era un espía. (6/05/1974)
- Dimitió Soren Gade, ministro danés de Defensa, porque se publicó que una persona de su ministerio había contado información confidencial referida a las tropas danesas en Irak. (23/02/2010)
- Dimitió el ministro de Cultura griego, Pavlos Geroulanos, tras producirse el robo de 60 piezas de gran valor del Museo Arqueológico de Olimpia, aprovechando un momento de falta de vigilancia. (17/02/2012)
Si la señora hubiera dimitido cuando se destapó el escándalo podría pasear con la cabeza bien alta, pero pertenece a la casta política española, donde ni se dimite, ni se asumen responsabilidades y la culpa es siempre de otros.
Si esto fuese un país serio hubiera dimitido hasta Areces. Pero no pasó nada. Así que menos lágrimas y a cargar con su parte de culpa, hay que saber elegir a los colaboradores y se te equivocas asumir el error y dimitir, eso es seriedad.
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