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miércoles, 31 de diciembre de 2025

La Flecha Negra (1888) de Robert Louis Stevenson

Hoy me apetece hablaros de una de mis novelas de cabecera de la infancia y juventud: "La flecha negra", de Robert Louis Stevenson.

Es curioso, porque aunque a Stevenson siempre se le recordará por los piratas de La isla del tesoro o el terror psicológico de Dr. Jekyll y Mr. Hyde, mi corazón siempre se quedó con esta historia. A ver, no nos engañemos: el punto de partida no es el colmo de la originalidad. Es la clásica estructura de "chico conoce a chica", los villanos los separan y él emprende una búsqueda incansable para recuperarla.

Sin embargo, como suele pasar con los clásicos, el secreto reside en los matices. Aquí los personajes no son de una pieza; hay una escala de grises fascinante. Los "buenos" cargan con un pasado algo turbio y el propio protagonista toma decisiones que le remuerden la conciencia y que, por mucho que intenta enmendar, ya no tienen vuelta atrás. Salvo el villano por excelencia, Sir Daniel, el resto de los personajes tiene alma y conflictos internos.

La trama nos traslada a la Guerra de las Dos Rosas (hacia 1469), e incluso se permite el lujo de introducir a figuras históricas como el futuro Ricardo III. El motor de la historia es Ricardo Shelton, un huérfano tutelado —sin él saberlo— por el asesino de su padre. En medio de esa traición, se enamora de una joven (Joanna) en una situación similar y comienza una montaña rusa de persecuciones por el bosque, asaltos a castillos, huidas desesperadas y alguna que otra batalla campal. Un cóctel de aventuras que acaba, como mandan los cánones, con el reencuentro de los amantes y el castigo de los culpables.

Ricardo Shelton, Joanna Sedley y Alicia Risingham en el bosque.

Parte del hechizo de esta novela fue leerla con 13 o 14 años, cuando los protagonistas tenían apenas un par más que yo. Reencontrarme con sus páginas es, en realidad, volver por un momento a ese último suspiro de la infancia, y eso es lo que la hace tan especial para mí.

Os la recomiendo totalmente. Soy consciente de que leerla por primera vez a los 40 o 50 años no tendrá el mismo impacto emocional, pero si buscáis una aventura clásica, bien escrita y sin complicaciones, es una apuesta segura.

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