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viernes, 21 de febrero de 2014

EL GIGANTISMO DE LOS TELEVISORES


Desde que han aparecido las TV planas, éstas no han hecho más que crecer. En la época del tubo era raro ver televisiones de más de 30”, ahora las de 40” están a punto de convertirse en lo habitual, el cine en casa.

Cuando cambié las televisiones de tubo en casa la historia era otra. Empecé sustituyendo una de 14”, con casi treinta años de servicio a cuestas, empezaban las planas y la TDT estaba apareciendo. En aquella época el estándar eran las de 26”, era deprimente ver como teles de 20” costaban más que las de 26” y se veían peor. Al final compré una de 20” sin TDT y al precio de las de 26”.

Unos años después hubo que cambiar la del salón, avería y como era tubo ya no había repuestos, ni arreglar se podía. Para sustituir una de 20” se podía comprar una de 26”, había espacio en el mueble y al no tener fondo estaría más lejos. Ahora podría elegir, mi gozo en un pozo, el estándar eran las de 32”, en las tiendas había cuatro modelos de 26” como mucho. Al final compras la de 26” al precio de la de 32”. No hice como un vecino que al costar lo mismo se compró la de 32” y ahora la ve demasiado grande y molesta a la vista.

Una vez leí una recomendación de los oftalmólogos, y era de un metro cada diez pulgadas, es decir una tele de 20” se debía ver a dos metros de distancia, y esta recomendación es la que sigo para elegir tamaño de la tele. De hecho la de 26” no me gusta verla directo de frente, me molesta algo, y eso que la distancia estaría en los dos metros y medio.

Estos días he mirado, aunque solo por curiosidad, y veo que las de 26” están desapareciendo (ves una como mucho en tienda) e incluso se ven más teles de 40” que de 32”. Rezo porque mi tele dure muchos años porque el día que tenga que cambiarla voy a tener que irme a las de 24”.

La moda de los salones grandes y el efecto cine se impone, pero ¿qué ocurre con los que tenemos salones pequeños?¿es que soy el único?. Cada día estoy más seguro que los fabricantes venden lo que les interesa y que nosotros compramos lo que hay, no porque nos guste sino porque no hay otra cosa.

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