Klaus Kinski (1926-1991) fue un actor alemán (nació en Sopot cerca de Danzig) de difícil carácter. Su nombre verdadero era Nikolaus Nakszynski. Como alemán de su época sirvió en la Wehrmatch durante la segunda guerra mundial y acabó en un campo de prisioneros británico dónde descubrió la actuación.
Después de unos papeles en "Dr. Zhivago" y "La muerte tenía un precio" ambas el mismo año (1965), obtuvo cierta fama que le permitió intervenir en multitud de películas de serie B. Sus mejores trabajos fueron con Werner Herzog, principalmente "Fitzcarraldo" (1982) y "Nosferatu" (1979).
Su mal carácter era proverbial, llegaba a los redajes diciendo que la película era una mierda y poniendo a parir a David Lean y Billy Wilder. Era incumplidor, violento y mal educado, necesitaba ser el centro de atención, acababa comiendo solo en los rodajes, nadie lo soportaba.
El director español Fernando Colomo que lo dirigió en "El caballero del dragón" (1985), dijo que hizo imposible el rodaje, que intentó violar a la protagonista y faltó al respeto a todo el rodaje. Tan harto acabó que cuando Kinski murió y le pidieron escribir una necrológica lo puso de hijo de p... para arriba. Muestro un párrafo para que juzguéis: “Mucha gente pensaba que estaba loco. Yo no lo creo así. Era un niño mimado, consentido y maleducado. De haber sido una persona mayor, sólo le cabría el calificativo de hijo de puta. Pero ahora se ha muerto y nos ha dejado. Descansemos en paz.”
Más famosa es la anécdota de "Fitzcarraldo". los indígenas que actuaban como figurantes en la película se reunieron con el director Herzog y le ofrecieron matar a ese demonio rubio y hacer desaparecen el cadáver, Herzog no aceptó aunque algunos dicen que fue sólo porque le quedaban escenas por rodar con Kinski.
También fue acusado de abusos por una de sus hijas (Pola Kinski), obviamente era una persona trastornada, tras su muerte se hicieron públicos sus informes médicos, se le había diagnosticado megalomanía, esquizofrenia y psicopatía.
Pues si la cara es el espejo del alma, su cara lo decía todo. Muy acertado Fernando Colomo.
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