Giorgios Hajianestis (1863-1922) fue un general griego, durante sus años jóvenes fue competente y capaz, pero con la edad su salud mental se deterioró.
Por razones políticas acabó al mando del ejército griego en la Guerra Greco-Turca (1919-1922). Ya no tenía el vigor ni el espíritu de sus años más jóvenes y dirigió las operaciones desde un yate en la costa.
Su deterioro mental le hizo creer que tenía piernas de cristal y estaba muerto, no daba órdenes pensando que nadie obedecería a un muerto, aunque sus subordinados intentaron suplir esta inactividad al faltar liderazgo el ejército griego no tomó decisiones con rapidez y perdió la batalla de Dumlupinar y la guerra.
Finalmente fue destituido, juzgado y ejecutado por sus actos. Sus últimas palabras ante el pelotón de ejecución fueron "mi única culpa fue comandar un ejército de desertores".
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