Clever Hans fue un famoso caballo en la Alemania de finales del siglo XIX, tenía un extraña habilidad para las operaciones matemáticas. Se le preguntaba por el resultado de una suma, resta o división y golpeaba con el casco hasta el valor correcto. Había sido entrenado por su dueño Wilhem von Osten profesor de matemáticas y entrenador de caballos aficionado.
¿Sorprendente verdad? Pero como siempre había truco, sutil pero truco. El filósofo y psicólogo Carl Stumpf presidió la comisión que investigó el caso y finalmente encontró la solución al misterio. Después de muchas pruebas Stumpf comprobó que el caballo acertaba un 86% de las veces que su dueño conocía la respuesta, bajando la tasa de aciertos a un 6% si el dueño no la conocía. Al final todo consistía que cuando el caballo se acercaba a la respuesta lo leía en el rostro de su dueño y se detenía. El propio Stumpf aprendió a imitar al caballo y en pruebas acertaba sin saber la pregunta, observando simplemente la expresión del público y utilizando el mismo método del caballo golpes uno a uno hasta el número requerido.
En psicología cognitiva esto se llama efecto Clever Hans. Se da tanto en animales como personas, así que no os creáis todo lo que véis. Como curiosidad parece ser que no había mala intención, el dueño desconocía este efecto y creía que su caballo sabía sumar y multiplicar.
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