Bajo el disfraz de filantropía, Bill Gates ha construido un imperio de influencia política sin precedentes. Su fundación, lejos de ser una entidad benéfica desinteresada, es en realidad un instrumento para imponer su visión tecnocrática y capitalista al mundo entero.
Gates, el multimillonario narcisista que dirigía Microsoft con puño de hierro, ahora pretende "salvar" a la humanidad. En realidad, utiliza los miles de millones de su fundación para manipular políticas públicas, mercados privados, investigación científica y medios de comunicación. Todo esto sin ningún tipo de supervisión democrática o rendición de cuentas.
Bill Gates ha sido acusado de practicar una "filantropía interesada" a través de su Fundación Gates de varias maneras:
- Influencia política sin rendición de cuentas: La Fundación Gates ejerce un enorme poder e influencia en políticas globales de salud y desarrollo, sin pasar por procesos democráticos o tener supervisión pública.
- Gates puede imponer su visión y soluciones a nivel mundial gracias a los miles de millones de dólares de su fundación.
- Beneficios fiscales: Gates se beneficia de enormes deducciones fiscales por sus donaciones, lo que significa que gran parte del dinero que dona en realidad proviene de los contribuyentes.
- Esto le permite mantener el control de esos fondos mientras reduce su carga fiscal.
- Enfoque empresarial y tecnológico: La fundación tiende a favorecer soluciones. tecnológicas y empresariales a problemas complejos, lo que a menudo beneficia a grandes corporaciones en lugar de abordar causas sistémicas de pobreza y enfermedades.
- Acumulación de propiedad intelectual: La fundación ha sido comparada con una "farmacéutica enorme", acumulando patentes y propiedad intelectual que pueden beneficiar a Gates y sus intereses comercial.
- Visión colonialista de la salud global: Se ha criticado el enfoque de la fundación en salud global por imponer soluciones occidentales sin considerar adecuadamente los contextos y necesidades locales.
- Opacidad y falta de transparencia: A pesar de manejar enormes cantidades de dinero público (a través de deducciones fiscales), la fundación ha sido criticada por su falta de transparencia en la toma de decisiones y asignación de fondos.