Hoy trataremos un hecho inusual en la guerras modernas, un hundimiento por impacto directo, es decir al estilo de las guerras de la antigüedad que se atacaba al barco enemigo con el espolón de proa.
La noche del 29 de enero de 1943, dos corbetas dragaminas el HMNZS Kiwi y el HMNZS Moa patrullaban en la Bahia de Kamimbo en la Isla de Guadalcanal, su misión interceptar submarinos que aprovisionaban a las tropas japonesas de la isla.
Detectaron el submarino I-1 de la armada japonesa, un buque viejo de 1926 pero bastante grande unas 2.000 toneladas que llevaba provisiones hacia la isla. Mientras el Moa mantenía contacto con el asdic, el Kiwi atacó con cargas de profundidad, no consiguió impactos directos pero sí impactos cercanos que dañaron el submarino y lo obligaron a emerger.
Ya en superficie atacó con su único cañón de 4 pulgagas y el cañon autómatico de 20 mm, el armamento era escaso y el miedo a que el submarino japonés huyera (era más rápido) o usara su cañón de mayor calibre (5,5 pulgadas), el capitán del Kiwi ordenó embestir el barco.
Lo siguiente ya parecía de otra época, el Kiwi embistió varias veces al submarino, entre embestida y embestida un oficial japonés intentó abordar el Kiwi armado con su sable. Finalmente el I-1 se escabulló y acabó varado en la costa, los graves daños de las embestidas impidieron que huyera hacia alta mar.
El capitán del Kiwi, Gordon Bridson fue condecorado por dicha acción, aunque visto desde la distancia parece una locura su forma de actuar.